Mt 5, 13-16: Vosotros sois…

Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos. 
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy nos encontramos dentro del contexto de las bienaventuranzas, el Señor comienza señalando el estilo de vida que quiere de sus seguidores,  nos pone dos imágenes: la de la sal y la de la luz, ambas referidas a los discípulos.
La SAL desde siempre se ha empleado para dar sabor a los alimentos. Servía para preservar de la corrupción los alimentos. La sal  resulta ser un feliz simbolismo, de gran riqueza expresiva, su presencia pasa desapercibida, sin embargo su ausencia no se puede disimular. Es decir, pasa desapercibida, pero actúa eficazmente. Actúa desde dentro, que no se nota, pero que si falta se hace indispensable. Desde la humildad, aportando su gran tesoro.
Ser LUZ, iluminar; acercar a quien es la LUZ del mundo y desea lo mejor para cada uno de nosotros,  no quiere que andemos en tinieblas, es quien solicita a sus seguidores que su vida ilumine a los demás, vencer los miedos, no ocultarse, ni encerrarse en si mismo, no avergonzarse de ser cristianos, no es cuestión de brillar, cautivar, encandilar,  pero si, de llevar a quien es la LUZ y desea iluminar y dar plenitud a nuestra existencia, es cuestión de dar sentido a la vida, a los interrogantes del corazón humano. Y los cristianos, seremos luz para este mundo cuando con nuestras acciones irradiemos el evangelio, cuando en nuestra vida se refleje que nos creemos lo que proclamamos con nuestros labios porque queremos hacerlo vida, cuando nos tomemos en serio nuestra respuesta al Señor, cuando no escondamos al Señor, cuando lo dejemos obrar en nosotros y seguro que se manifestará y se notará, ya que nos irá podando y transformando en Él, nos ayudará a quitar todo aquello que no me deja irradiar su luz.
Comparto como ayuda para vuestra meditación la catequesis impartida en el ángelus,  del 9 de febrero 2014, donde el Papa Francisco reflexiona sobre el pasaje de hoy:
“[…]se comprende precisamente como consecuencia de las Bienaventuranzas. Él quiere decir: si sois pobres de espíritu, si sois mansos, si sois puros de corazón, si sois misericordiosos… seréis la sal de la tierra y la luz del mundo.
Para comprender mejor estas imágenes, tengamos presente que la Ley judía prescribía poner un poco de sal sobre cada ofrenda presentada a Dios, como signo de alianza. La luz, para Israel, era el símbolo de la revelación mesiánica que triunfa sobre las tinieblas del paganismo. Los cristianos, nuevo Israel, reciben, por lo tanto, una misión con respecto a todos los hombres: con la fe y la caridad pueden orientar, consagrar, hacer fecunda a la humanidad. Todos nosotros, los bautizados, somos discípulos misioneros y estamos llamados a ser en el mundo un Evangelio viviente: con una vida santa daremos «sabor» a los distintos ambientes y los defenderemos de la corrupción, como lo hace la sal; y llevaremos la luz de Cristo con el testimonio de una caridad genuina. […] ¡Qué hermosa misión la de dar luz al mundo! Es una misión que tenemos nosotros. ¡Es hermosa! Es también muy bello conservar la luz que recibimos de Jesús, custodiarla, conservarla. El cristiano debería ser una persona luminosa, que lleva luz, que siempre da luz. Una luz que no es suya, sino que es el regalo de Dios, es el regalo de Jesús. Y nosotros llevamos esta luz.”
Hoy celebramos la memoria obligatoria de San Antonio de Padua, es uno de los santos más populares, se le representa con un lirio, símbolo de pureza, o con el Niño Jesús en brazos, recordando una milagrosa aparición.  Ante la contemplación de las reliquias de cinco mártires misioneros franciscanos, podemos señalarlo como un hecho importante, el testimonio de ellos le impactaron tanto que hizo en el joven Fernando el deseo de imitarlos, quiso hacerse fraile menor, deseo ir a misiones pero una enfermedad le hizo regresar a Italia. Fue invitado a predicar con ocasión de una ordenación sacerdotal que hizo que lo destinaran a la predicación. El Papa Gregorio IX, después de haberlo escuchado predicar lo llamó “Arca del Testamento”, una de las frases celebres que nos han llegado de San Antonio se encuentra en la fuerza del testimonio, “cesen las palabras, por favor, y sean las obras quienes hablen”, fue canonizado apenas un año después de su muerte. Los escritos de los “Sermones”,  sus  enseñanzas son tan grandes que Pio XII lo proclamó Doctor de la Iglesia, atribuyéndole el titulo de “Doctor Evangélico”.
Que el Señor nos permita ser instrumentos suyos que con nuestra vida podamos acercarlos a la fuente de la vida, al encuentro de quién tanto nos ama.
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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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