EVANGELIO DEL DÍA Jn 1, 29-34: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

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EVANGELIO DEL DÍA
Jn 1, 29-34: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel». Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

En el Evangelio de hoy seguimos contemplando a Juan Bautista y nos señala quién es Jesús, el Cordero de Dios: «Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo», nos lo presenta en clave de sacrificio y ofrenda.

En palabras del Papa Benedicto XVI: “la expresión ‘cordero de Dios’ interpreta, si podemos decirlo así, la teología de la cruz que hay en el bautismo de Jesús, de su descenso a las profundidades de la muerte” (En el libro Jesús de Nazaret). El cordero pascual que conmemoraba la liberación de Egipto, en esa aclamación de Juan Bautista presenta al Señor como la prefiguración del verdadero cordero, inocente y manso, que sería inmolado en la cruz para la salvación de todos los hombres, para liberarlos del pecado con su sangre derramada. El Señor es quien se ofreció por nuestros pecados. También en la celebración de la misa una de las formulas que se dicen al presentar la Sagrada Eucaristía y mostrarla es la de: «Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, …». La Iglesia ve en Jesús al que, con su entrega, nos libra del peso de nuestras culpas y nos abre el camino de nuestra salvación: la entrega hasta el final. Reconocemos que no tenemos méritos, no somos dignos, pero su amor , su gracia, nos capacita, hace posible la acogida desde la gratuidad.

Traigo aquí unas palabras del Papa emérito Benedicto XVI, -recientemente fallecido- son del discurso dado a los jovenes en Colonia, el 18 de agosto de 2015, allí nos ayuda con la imagen del cordero: “[…] queréis descubrir a Jesús. Habéis aceptado emprender el camino para llegar también vosotros a contemplar, personal y comunitariamente, el rostro de Dios manifestado en el niño acostado en el pesebre. Como vosotros, también yo me he puesto en camino para arrodillarme, con vosotros, ante la blanca Hostia consagrada, en la que los ojos de la fe reconocen la presencia real del Salvador del mundo. Todos juntos seguiremos meditando sobre el tema de esta Jornada mundial de la juventud:  «Hemos venido a adorarlo».

[…] Quisiera decir a todos insistentemente:  Abrid vuestro corazón a Dios. Dejaos sorprender por Cristo. Dadle el «derecho a hablaros» durante estos días. Abrid las puertas de vuestra libertad a su amor misericordioso. Presentad vuestras alegrías y vuestras penas a Cristo, dejando que él ilumine con su luz vuestra mente y toque con su gracia vuestro corazón. […] aquel Rey, que es al mismo tiempo el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. También a nosotros se nos dice aquella palabra.

[…] En el altar está presente aquel a quien los Magos vieron acostado entre pajas:  Cristo, el Pan vivo bajado del cielo para dar la vida al mundo, el verdadero Cordero que da su vida para la salvación de la humanidad. Iluminados por la Palabra, siempre es en Belén ―la «Casa del pan»― donde podremos tener ese encuentro sobrecogedor con la indecible grandeza de un Dios que se ha humillado hasta el punto de hacerse ver en el pesebre y de darse como alimento sobre el altar.

Podemos imaginar el asombro de los Magos ante el Niño en pañales. Sólo la fe les permitió reconocer en la figura de aquel niño al Rey que buscaban, al Dios al que la estrella los había guiado. En él, cubriendo el abismo entre lo finito y lo infinito, entre lo visible y lo invisible, el Eterno ha entrado en el tiempo, el Misterio se ha dado a conocer, mostrándose ante nosotros en los frágiles miembros de un niño recién nacido.!”

Que tengas un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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