EVANGELIO DEL DÍA: Lc 10,1-12: Los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos.

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EVANGELIO DEL DÍA:
Lc 10,1-12: Los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos.

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
–La mies es abundante y los obreros pocos: rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan: porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: «está cerca de vosotros el Reino de Dios».
Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: «Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el Reino de Dios».
Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

En el Evangelio de hoy nos encontramos con el envío de los setenta y dos, hace poco meditamos sobre el envío de los discípulos, hoy sigue el Señor enviando y dando instrucciones para la misión, os invito a saborear la catequesis del Papa emérito, Benedicto XVI, la homilía del 15 de julio de 2012: “En el Evangelio […] Jesús toma la iniciativa de enviar a los doce apóstoles en misión. […] Jesús los manda de dos en dos y les da instrucciones, que el evangelista resume en pocas frases. La primera se refiere al espíritu de desprendimiento: los apóstoles no deben estar apegados al dinero ni a la comodidad. Jesús además advierte a los discípulos de que no recibirán siempre una acogida favorable: a veces serán rechazados; incluso puede que hasta sean perseguidos. Pero esto no les tiene que impresionar: deben hablar en nombre de Jesús y predicar el Reino de Dios, sin preocuparse de tener éxito. El éxito se lo dejan a Dios. […] Jesús advierte a los Doce que podrá ocurrir que en alguna localidad sean rechazados. En tal caso deberán irse a otro lugar […] no pueden conformarse con predicar la conversión: a la predicación se debe acompañar, según las instrucciones y el ejemplo de Jesús, la curación de los enfermos; curación corporal y espiritual. […] Por lo tanto la misión apostólica debe siempre comprender los dos aspectos de predicación de la Palabra de Dios y de manifestación de su bondad con gestos de caridad, de servicio y de entrega”

El Papa Francisco, en al audiencia del 26 de septiembre de 2018, después de un viaje apostólico a los países Bálticos, nos cuenta sus impresiones y nos abre el corazón de discípulo: “mi misión era proclamar a esos pueblos la alegría del Evangelio y la revolución de la ternura, de la misericordia […] el desafío es el reforzar la comunión entre todos los cristianos […] estar centrados en Dios, firmemente enraizados en su amor […] Un signo vivo del Evangelio es siempre la caridad concreta. Incluso donde la secularización es más fuerte, Dios habla con el lenguaje del amor, de la atención, del servicio gratuito a los necesitados. Y luego se abren los corazones y ocurren los milagros: en los desiertos brota una nueva vida”.

Hoy también celebramos la memoria de San Francisco, que tuvo una juventud díscola y frívola, tuvo un encuentro con un leproso que le cambio la vida, y encontró a Cristo sobre todo en los pobres y necesitados, haciéndose pobre él mismo. En el pequeño templo de San Damián, medio abandonado y destruido, oyó ante una imagen románica de Cristo una voz que le hablaba en el silencio de su muda y amorosa contemplación: «Ve, Francisco, repara mi iglesia. Ya lo ves: está hecha una ruina». El joven Francisco no vaciló: corrió a su casa paterna, tomó unos cuantos rollos de paño del almacén y fue a venderlos a Feligno; luego entregó el dinero así obtenido al sacerdote de San Damián para la restauración del templo. Esta acción desató la ira de su padre; si antes había censurado en su hijo cierta tendencia al lujo y a la pompa, Pietro di Bernardone vio ahora en aquel donativo una ciega prodigalidad en perjuicio del patrimonio que tantos sudores le costaba. Por ello llevó a su hijo ante el obispo de Asís a fin de que renunciara formalmente a cualquier herencia. La respuesta de Francisco fue despojarse de sus propias vestiduras y restituirlas a su progenitor, renunciando con ello, por amor a Dios, a cualquier bien terrenal. Instituyo los Hermanos Menores y viajando, predicó el amor de Dios a todos.

Que tengas un buen día. Paz y Bien.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), Sacerdote

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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