EVANGELIO DEL DÍA: Lc 22, 14-20: He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros.

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EVANGELIO DEL DÍA:
Lc 22,14-20: He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros.

Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos, y les dijo:
– He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el Reino de Dios.
Y tomando una copa, dio gracias y dijo:
– Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios.
Y tomando pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo:
– Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.
Después de cenar, hizo lo mismo con la copa diciendo:
– Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros.

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

Celebramos hoy la festividad de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, el Evangelio de hoy es plenamente eucarístico, es verdad que todo cristiano vive de la eucaristía, «el que me come tiene vida eterna» – nos dice el Señor-, muchísimo más, quien está llamado a hacer de su vida una eucaristía, vivir dejándose comer, vivir entregándose por amor. Para la meditación de hoy acudo a las palabras del Papa Emerito, Benedicto XVI, dirigidas en las vísperas del año sacerdotal, junio de 2009:

«…Dejarse conquistar totalmente por Cristo… Que este sea también el objetivo principal de cada uno de nosotros. Para ser ministros al servicio del Evangelio es ciertamente útil y necesario el estudio, con una esmerada y permanente formación teológica y pastoral, pero más necesaria aún es la «ciencia del amor», que sólo se aprende de «corazón a corazón» con Cristo. Él nos llama a partir el pan de su amor, a perdonar los pecados y a guiar al rebaño en su nombre. Precisamente por este motivo no debemos alejarnos nunca del manantial del Amor que es su Corazón traspasado en la cruz.

Sólo así podremos cooperar eficazmente al misterioso «designio del Padre», que consiste en «hacer de Cristo el corazón del mundo». Designio que se realiza en la historia en la medida en que Jesús se convierte en el Corazón de los corazones humanos, comenzando por aquellos que están llamados a estar más cerca de él, precisamente los sacerdotes. Las «promesas sacerdotales», que pronunciamos el día de nuestra ordenación y que renovamos cada año, el Jueves santo, en la Misa Crismal, nos vuelven a recordar este constante compromiso.

Incluso nuestras carencias, nuestros límites y debilidades deben volvernos a conducir al Corazón de Jesús. Si es verdad que los pecadores, al contemplarlo, deben sentirse impulsados por él al necesario «dolor de los pecados» que los vuelva a conducir al Padre, esto vale aún más para los ministros sagrados. A este respecto, ¿cómo olvidar que nada hace sufrir más a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, que los pecados de sus pastores, sobre todo de aquellos que se convierten en «ladrones de las ovejas» (cf. Jn 10, 1 ss), ya sea porque las desvían con sus doctrinas privadas, ya sea porque las atan con lazos de pecado y de muerte? También se dirige a nosotros, queridos sacerdotes, el llamamiento a la conversión y a recurrir a la Misericordia divina; asimismo, debemos dirigir con humildad una súplica apremiante e incesante al Corazón de Jesús para que nos preserve del terrible peligro de dañar a aquellos a quienes debemos salvar.

… La Iglesia necesita sacerdotes santos; ministros que ayuden a los fieles a experimentar el amor misericordioso del Señor y sean sus testigos convencidos. En la adoración eucarística, que seguirá a la celebración de las Vísperas, pediremos al Señor que inflame el corazón de cada presbítero con la «caridad pastoral» capaz de configurar su «yo» personal al de Jesús sacerdote, para poderlo imitar en la entrega más completa.»

En vuestras peticiones de hoy, os solicitó una, por vuestros sacerdotes, para que os ayuden a amar más y mejor a Ntro. Señor. Que tengas un buen día.

Jesús Aguilar Mondéjar, sacerdote.

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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