EVANGELIO DEL DÍA Lc 24, 46-53: Mientras los bendecía, fue llevado hacia el cielo.

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EVANGELIO DEL DÍA
Lc 24, 46-53: Mientras los bendecía, fue llevado hacia el cielo.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Y les dijo: «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra parte, quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo alto». Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

En este domingo nos encontramos con una Solemnidad del Señor, voy a tomar para la meditación de este día, el Regina Coeli, del Papa Francisco, del 8 de mayo de 2016: “Hoy, se celebra la Ascensión de Jesús al cielo, acaecida cuarenta días después de la Pascua.

Contemplamos el misterio de Jesús que sale de nuestro espacio terreno para entrar en la plenitud de la gloria de Dios, llevando consigo nuestra humanidad. Es decir, nosotros, nuestra humanidad entra por primera vez en el cielo.[…] En la Ascensión de Jesús, el crucificado resucitado, está la promesa de nuestra participación en la plenitud de vida junto a Dios.

Antes de separarse de sus amigos, Jesús, refiriéndose al evento de su muerte y resurrección, les había dicho: «Vosotros sois testigos de estas cosas». Es decir, los discípulos son testigos de la muerte y de la resurrección de Cristo, ese día, también de la Ascensión de Cristo. Y, en efecto, después de haber visto a su Señor subir al cielo, los discípulos regresaron a la ciudad como testigos que con gozo anuncian a todos la vida nueva que viene del Crucificado resucitado, en cuyo nombre «se predicarán a todos los pueblos la conversión y el perdón de los pecados». Este es el testimonio —hecho no sólo de palabras sino también con la vida cotidiana—, el testimonio que cada domingo debería salir de nuestras iglesias para entrar durante la semana en las casas, en las oficinas, en la escuela, en los lugares de encuentro y de diversión, en los hospitales, en las cárceles, en las casas para ancianos, en los lugares llenos de inmigrantes, en las periferias de la ciudad… Este testimonio nosotros debemos llevarlo cada semana: ¡Cristo está con nosotros; Jesús subió al cielo, está con nosotros; Cristo está vivo!
Jesús nos ha asegurado que en este anuncio y en este testimonio seremos «revestidos de poder desde lo alto», es decir, con el poder del Espíritu Santo. Aquí está el secreto de esta misión: la presencia entre nosotros del Señor resucitado, que con el don del Espíritu continúa abriendo nuestra mente y nuestro corazón, para anunciar su amor y su misericordia también en los ambientes más refractarios de nuestras ciudades. Es el Espíritu Santo el verdadero artífice del multiforme testimonio que la Iglesia y cada bautizado ofrece al mundo. Por lo tanto, no podemos jamás descuidar el recogimiento en la oración para alabar a Dios e invocar el don del Espíritu. En esta semana, que nos lleva a la fiesta de Pentecostés, permanezcamos espiritualmente en el Cenáculo, junto a la Virgen María, para acoger al Espíritu Santo.”

Junto a la Solemnidad de la Ascensión, la iglesia celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, este año tienen por lema: “Escuchar con los oídos del corazón”. Dicho mensaje acentúa la importancia de la “escucha” e incide en palabras de un teólogo: “Quien no sabe escuchar al hermano, pronto será incapaz de escuchar a Dios”. Invita “al apostolado del oido”. A escuchar antes de hablar y dar un poco del propio tiempo para escuchar a las personas es el primer gesto de caridad”. Todos necesitamos aprender de Ntro. Señor Jesucristo a ser pedagogos de la escucha, a hacernos compañeros de camino y estar prontos para dar la oportunidad que puedan compartir con nosotros lo que les ocupa su corazón y sus sufrimientos, dejar que se puedan expresar y regalarles unas palabras de consuelo, aliento y vida. Así lo expresaban aquellos discípulos, esos mismos que iban sin esperanza, cariacontecidos, “No ardía nuestro corazón cuándo nos explicaba las Escrituras”. De qué hablabais… eres tú el único que no se ha enterado… ¿qué?… todo un Maestro de la escucha.

Feliz domingo, feliz día del Señor, que tengas un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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