EVANGELIO DEL DÍA
Mt 12, 14-21: Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, en quien me complazco.
Al salir de la sinagoga, los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús. Pero Jesús se enteró, se marchó de allí y muchos lo siguieron. Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran. Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Isaías: «Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, en quien me complazco. Sobre él pondré mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones. No porfiará, no gritará, nadie escuchará su voz por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará, hasta llevar el derecho a la victoria; en su nombre esperarán las naciones».
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy se nos describe el actuar del Mesias: “No voceará, ni clamará; no se oirá en las calles su voz; La caña cascada no la quebrará; ni apagará el pabilo que aún humea”. Se nos invita a mirar al Señor. Fijemos nuestros ojos en el Señor, no se impone, no utiliza la violencia, sus armas son siempre las del mandamiento nuevo, es el amor quien debe triunfar e implantar el derecho y la justicia. Cuando ponemos nuestra mirada en Jesús, el Principe de la Paz, nos estimula a que nos dejemos bendecir con su gracia, es el amor el primer mandamiento , pero no cualquier amor, se nos invita a los cristianos a amar como Él nos ama, “como yo os he amado”. Amar hasta dar la vida y esta entrega por amor, abierto al perdón, “la caña cascada no la quebrará”, nos enseña a esperar, siempre, nos ofrece motivos para otra oportunidad, no termina de romper, desechar, no ha venido a condenar sino a salvar, su misericordia es eterna y es paciente, aguarda con amor para encender de nuevo la llama del amor en nuestro corazón. No da a nadie por perdido.
Miremos al Señor y dejémonos mirar por Él y con las palabras del P. Francisco dichas en la homilía matutina de Santa Marta el 26 de abril de 2018: “Cuánto podría aprender todo cristiano si, con «humildad», se dejara mirar por Jesús «con la misma mirada» con la que el maestro miró a sus amigos durante la última cena. […] «La herencia de Jesús fue esta: “Amaos como yo he amado” y “servid los unos a los otros”. […]«Creo que nos hará bien, a todos nosotros, un momento de silencio, dejarse mirar por el Señor y mirar al Señor», ser conscientes de estar frente a quien nos conoce.[…] «dejar que la mirada de Jesús entre en mí. Sentiremos muchas cosas: sentiremos amor»,[…] «dejar siempre que la mirada de Jesús venga».”.
Que tengas un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.