Mt 13,47-53: El reino de los cielos se parece también a la red

El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Habéis entendido todo esto?». Ellos le responden: «Sí». Él les dijo: «Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo». Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí. 
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy nos habla de la parábola de la red y nos lleva a tomar conciencia sobre el “final de los tiempos” Dios nos ayude a que sea un momento gozoso, bello y de plenitud y no permita que pueda acabar en un momento de lamento “llanto y rechinar de dientes”. Con la imagen de la red que recoge todo tipo de peces nos esta resaltando que la salvación es para todos, nadie queda excluido. Sin embargo, tenemos una gran responsabilidad en acoger o rechazar la gracia, en rechazar el mal o colaborar con el mal, nos jugamos la eternidad en nuestras acciones, palabras y obras, Dios no nos ha hecho marionetas en sus manos, mas bien,  nos ha entregado la libertad para actuar responsablemente. Él quiere y desea nuestro bien pero no se impone. Puedes acoger su regalo o rechazarlo, pero te haces responsable de las consecuencias. “Es por el rechazo de la gracia en esta vida por lo que cada uno se juzga ya a sí mismo… y puede incluso condenarse eternamente al rechazar el Espíritu de amor”. (C.I.C. 679). Es “la muerte la que pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo” (C.I.C. 1021). “Frente a Cristo, que es la Verdad, será puesta al desnudo definitivamente la verdad de la relación de cada hombre con Dios. El juicio final revelará hasta sus últimas consecuencias lo que cada uno haya hecho de bien o haya dejado de hacer durante su vida terrena”. (C.I.C. 1039). “El mensaje del Juicio Final llama a la conversión mientras Dios da a los hombres todavía “el tiempo favorable, el tiempo de salvación (2 Co 6,2)” (C.I.C.1041). “El juicio será sin misericordia para quien no practicó la misericordia; la misericordia triunfa sobre el juicio”. (Sant. 2,13). La caridad no tiene que temer al juicio. “A la tarde te examinarán en el amor. Aprende a amar como Dios quiere ser amado , y deja tu condición”. (Dichos de Luz y amor, n 59. S. Juan de la Cruz).
En la Audiencia General del 24 de abril de 2013 el Papa Francisco nos ofrece una catequesis sobre el Juicio final comentando unas parabolas: la de las diez vírgenes, la de los talentos y la del pastor que separa las ovejas de las cabras: “En el Credo profesamos que Jesús «de nuevo vendrá en la gloria para juzgar a vivos y muertos». […] El tiempo de espera de su llegada es el tiempo que Él nos da, a todos nosotros, con misericordia y paciencia, antes de su venida final; es un tiempo de vigilancia; tiempo en el que debemos tener encendidas las lámparas de la fe, de la esperanza y de la caridad; tiempo de tener abierto el corazón al bien, a la belleza y a la verdad; tiempo para vivir según Dios, pues no sabemos ni el día ni la hora del retorno de Cristo. Lo que se nos pide es que estemos preparados al encuentro —preparados para un encuentro, un encuentro bello, el encuentro con Jesús—, que significa saber ver los signos de su presencia, tener viva nuestra fe, con la oración, con los Sacramentos, estar vigilantes para no adormecernos, para no olvidarnos de Dios.
[…] Esto nos dice que seremos juzgados por Dios según la caridad, según como lo hayamos amado en nuestros hermanos, especialmente los más débiles y necesitados. Cierto: debemos tener siempre bien presente que nosotros estamos justificados, estamos salvados por gracia, por un acto de amor gratuito de Dios que siempre nos precede; solos no podemos hacer nada. La fe es ante todo un don que hemos recibido. Pero para dar fruto, la gracia de Dios pide siempre nuestra apertura a Él, nuestra respuesta libre y concreta. Cristo viene a traernos la misericordia de Dios que salva. A nosotros se nos pide que nos confiemos a Él, que correspondamos al don de su amor con una vida buena, hecha de acciones animadas por la fe y por el amor.
Queridos hermanos y hermanas, que contemplar el juicio final jamás nos dé temor, sino que más bien nos impulse a vivir mejor el presente. Dios nos ofrece con misericordia y paciencia este tiempo para que aprendamos cada día a reconocerle en los pobres y en los pequeños; para que nos empleemos en el bien y estemos vigilantes en la oración y en el amor. Que el Señor, al final de nuestra existencia y de la historia, nos reconozca como siervos buenos y fieles. Gracias.”
Picture of Jesús Aguilar Mondéjar
Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

WhatsApp
Facebook
Email
Picture of Cursillos de Cristiandad Diócesis de Cartagena
Cursillos de Cristiandad Diócesis de Cartagena

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Abrir chat
¿Hablamos?
Cursillos de Cristiandad - Murcia
Contáctanos si necesitas algo 😊