Mt 15, 1-2.10-14: ¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de nuestros mayores?

Entonces se acercaron a Jesús unos fariseos y escribas de Jerusalén y le preguntaron: «¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de nuestros mayores y no se lavan las manos antes de comer?». Y, llamando a la gente, les dijo: «Escuchad y entended: no mancha al hombre lo que entra por la boca, sino lo que sale de la boca, eso es lo que mancha al hombre». Se acercaron los discípulos y le dijeron: «¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oírte?». Respondió él: «La planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz. Dejadlos, son ciegos, guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo». 
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
El Evangelio de hoy nos narra la discusión del Señor con los fariseos sobre lo que es puro e impuro. Acusan a sus discípulos de quebrantar la tradición de los mayores, recientemente el Papa Francisco en las vísperas con los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados, consagradas, seminaristas, en la JMJ, el 2 de agosto, nos pedía que no vivamos acusando, -parece ser que esto ha existido siempre-, comparto la cita: “A nosotros, como Iglesia, se nos ha confiado la tarea de sumergirnos en las aguas de este mar echando la red del Evangelio, sin señalar con el dedo, sin acusar, sino llevando a las personas de nuestro tiempo una propuesta de vida, la de Jesús: llevar la acogida del Evangelio,[…] ; llevar la cercanía del Padre a las situaciones de precariedad, de pobreza que aumentan, sobre todo entre los jóvenes; llevar el amor de Cristo allí donde la familia es frágil y las relaciones están heridas; transmitir la alegría del Espíritu allí donde reinan la desmoralización y el fatalismo. […] Queridos hermanos y hermanas: a todos, laicos, religiosos, religiosas, sacerdotes, obispos, a todos, a todos: no tengan miedo, echen las redes. No vivan acusando «esto es pecado» esto aquí que no es pecado. Vengan todos, después hablamos, pero que sientan primero la invitación de Jesús y después viene el arrepentimiento, después viene esa cercanía de Jesús. Por favor, no conviertan a la Iglesia en una aduana: acá se entra, los justos, los que están bien, los que están bien casados y ahí afuera todos los demás. No. La Iglesia no es eso. Justos y pecadores, buenos y malos, todos, todos, todos. Y después, que el Señor nos ayude a arreglar ese asunto.”
Les expresaban los discípulos al Señor que los fariseos se habían escandalizado con sus palabras. A veces aparecen nuestras resistencias, muchas veces son las ideas que nos hemos forjado de Dios, más que el Dios verdadero, debemos procurar ser humildes para buscar a Dios, me parecen muy inspiradoras las palabras del Papa Francisco en el discurso de acogida, del 3 de agosto: “Llevémoslos cuando rezamos delante de Dios. Esas preguntas que con la vida se van haciendo respuestas, que solamente tenemos que esperarlas. Y una cosa muy interesante: Dios ama por sorpresa. No está programado. El amor de Dios es sorpresa. Es sorpresa. Siempre sorprende. Siempre nos mantiene alertas y nos sorprende.”
“La Tradición de los Antiguos” transmitía las normas que debían de ser observadas por la gente para conseguir la pureza exigida por la ley. La gente vivía con miedo, siempre amenazado por las muchas cosas impuras que amenazaban su vida. Sin embargo, la Buena Nueva proclamada por el Señor sacó al pueblo de la defensiva, del miedo y le devolvió la voluntad de vivir, la alegría de ser hijos de Dios. Acoger el amor del Señor, vivir de su amor, amar como Él nos ama, lleva a no llevar cuentas del mal, a gozarse con la verdad, a ser paciente, a buscar la voluntad de Dios, a no aliarse con el mal, ni con el pecado, a plantarle guerra y combatir contra él. (Cf. 1 Cor 13,4-7)
Celebramos hoy la memoria de un santo español, Santo Domingo de Guzmán, más que detenerme con unas reseñas de su biografía: Nació en Caleruega (España), alrededor del año 1170. Estudió teología en Palencia y fue nombrado canónigo de la Iglesia de Osma. Con su predicación y con su vida ejemplar, combatió con éxito la herejía albigense. Con los compañeros que se le adhirieron en esta empresa, fundó la Orden de Predicadores. También se dice que recibió de la Virgen el Santo Rosario… quiero  detenerme en destacar algunos consejos dados a sus frailes para el seguimiento del Señor:
Primero: contemplar, y después enseñar. O sea: antes dedicar mucho tiempo y muchos esfuerzos a estudiar y meditar las enseñanzas de Jesucristo y de su Iglesia, y después sí dedicarse a predicar con todo el entusiasmo posible. Predicar siempre y en todas partes.
Segundo: La experiencia le había demostrado que las almas se ganan con la caridad. Por eso todos los días pedía a Nuestro Señor la gracia de crecer en el amor hacia Dios y en la caridad hacia los demás y tener un gran deseo de salvar almas. Esto mismo recomendaba a sus discípulos que pidieran a Dios constantemente. A nosotros también nos puede hacer mucho bien.
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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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