Mt 15,21-38: Qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas

En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró a la región de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
«Ten compasión de mí, Señor Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
«Atiéndela, que viene detrás gritando».
Él les contestó:
«Solo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».
Ella se acercó y se postró ante él diciendo:
«Señor, ayúdame».
Él le contestó:
«No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
Pero ella repuso:
«Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».
Jesús le respondió:
«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».
En aquel momento quedó curada su hija.
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy nos aparece una mujer “extranjera”, una cananea, sale al encuentro de Jesús. No se avergüenza. Se pone a gritar, le expone así a Jesús sus necesidades. No se desalienta cuando Jesús no le contesta y se muestra aparentemente indiferente. Ella sigue rogándole, lo hace con humildad, con perseverancia, con mucha fe. Insiste. Se sabe inmerecedora de los dones de Dios, pero confía.
Comparto el comentario del Papa Benedicto XVI sobre la catequesis dada en el ángelus del 14 de agosto de 2011, sobre este mismo pasaje evangélico: “ […] se encuentra con una mujer cananea, que se dirige a él pidiéndole que cure a su hija atormentada por un demonio. Ya en esta petición podemos descubrir un inicio del camino de fe, que en el diálogo con el divino Maestro crece y se refuerza. La mujer no tiene miedo de gritar a Jesús: «Ten compasión de mí», una expresión recurrente en los Salmos; lo llama «Señor» e «Hijo de David», manifestando así una firme esperanza de ser escuchada. ¿Cuál es la actitud del Señor frente a este grito de dolor de una mujer pagana? Puede parecer desconcertante el silencio de Jesús, hasta el punto de que suscita la intervención de los discípulos, pero no se trata de insensibilidad ante el dolor de aquella mujer. […] El aparente desinterés de Jesús, que dice: «Sólo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel», no desalienta a la cananea, que insiste: «¡Señor, ayúdame!». E incluso cuando recibe una respuesta que parece cerrar toda esperanza —«No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos»—, no desiste. No quiere quitar nada a nadie: en su sencillez y humildad le basta poco, le bastan las migajas, le basta sólo una mirada, una buena palabra del Hijo de Dios. Y Jesús queda admirado por una respuesta de fe tan grande y le dice: «Que se cumpla lo que deseas».
Queridos amigos, también nosotros estamos llamados a crecer en la fe, a abrirnos y acoger con libertad el don de Dios, a tener confianza y gritar asimismo a Jesús: «¡Danos la fe, ayúdanos a encontrar el camino!». Es el camino que Jesús pidió que recorrieran sus discípulos, la cananea y los hombres de todos los tiempos y de todos los pueblos, cada uno de nosotros. La fe nos abre a conocer y acoger la identidad real de Jesús, su novedad y unicidad, su Palabra, como fuente de vida, para vivir una relación personal con él. El conocimiento de la fe crece, crece con el deseo de encontrar el camino, y en definitiva es un don de Dios, que se revela a nosotros no como una cosa abstracta, sin rostro y sin nombre; la fe responde, más bien, a una Persona, que quiere entrar en una relación de amor profundo con nosotros y comprometer toda nuestra vida. Por eso, cada día nuestro corazón debe vivir la experiencia de la conversión, cada día debe vernos pasar del hombre encerrado en sí mismo al hombre abierto a la acción de Dios, al hombre espiritual, que se deja interpelar por la Palabra del Señor y abre su propia vida a su Amor.
Queridos hermanos y hermanas, alimentemos por tanto cada día nuestra fe, con la escucha profunda de la Palabra de Dios, con la celebración de los sacramentos, con la oración personal como «grito» dirigido a él y con la caridad hacia el prójimo. Invoquemos la intercesión de la Virgen María, […] para que nos ayude a anunciar y testimoniar con la vida la alegría de haber encontrado al Señor.”
Que gran lección de perseverancia nos da la mujer del evangelio, supera, vence al desaliento, que enseñanza nos muestra para no dejarnos vencer ante la sequedad, o por la tentación de creer que no somos escuchados. Necesitamos descubrir el inmenso tesoro de la oración, ver su importancia, como alimenta y fortalece nuestra fe. Orar es una necesidad vital para el cristiano. Sin nuestra intimidad con el Señor corremos el riesgo de perder el tiempo, de caer en el activismo, en buscarnos a nosotros  mismos y nuestras cosas pero con el peligro de alejarnos de la voluntad de Dios, y recuerda la maxima del Señor, sin Mí no podéis hacer nada. Para encontrarnos realmente con Dios en la oración necesitamos de la humildad, el que es humilde no se extraña de su miseria, ésta le lleva a mantenerse firme en la constancia, como lo hizo la cananea. San Agustín comentando este pasaje dice: “Que Cristo se mostraba indiferente hacia ella, no para negarle la misericordia sino para hacer crecer el deseo”. El Señor siempre busca sacar el mejor bien para cada uno de nosotros, siempre escucha nuestras suplicas. No nos aflijamos si no recibimos de Dios inmediatamente lo que pedimos: seguramente Él quiere hacernos más bien mediante la perseverancia en permanecer en oración, como le sucedió a la cananea.
El Señor señala a la cananea como ejemplo de fe. Qué hermoso sería que el Señor dijera de cada uno de nosotros esas mismas palabras: “qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.”
Picture of Jesús Aguilar Mondéjar
Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

WhatsApp
Facebook
Email
Picture of Cursillos de Cristiandad Diócesis de Cartagena
Cursillos de Cristiandad Diócesis de Cartagena

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Abrir chat
¿Hablamos?
Cursillos de Cristiandad - Murcia
Contáctanos si necesitas algo 😊