Mt 17,14-20: Si tuvierais fe…Nada os sería imposible

Cuando volvieron adonde estaba la gente, se acercó a Jesús un hombre que, de rodillas, le dijo: «Señor, ten compasión de mi hijo que es lunático y sufre mucho: muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos y no han sido capaces de curarlo». Jesús tomó la palabra y dijo: «¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros, hasta cuándo tendré que soportaros? Traédmelo». Jesús increpó al demonio y salió; en aquel momento se curó el niño. Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte: «¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?». Les contestó: «Por vuestra poca fe. En verdad os digo que, si tuvierais fe como un grano de mostaza, le diríais a aquel monte: “Trasládate desde ahí hasta aquí”, y se trasladaría. Nada os sería imposible».
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy aborda el Señor la realidad de la fe, recrimina a sus oyentes la falta de fe. La escena evangélica nos presenta a un padre intercediendo por su hijo, se lo ha llevado a los discípulos y no han sido capaces de curarlo. El Señor pone la razón de su fracaso en su poca fe. Nada seria imposible para el que cree.
“¡Generación incrédula y perversa!” No sé cual sería la catalogación con la  que calificaría hoy a nuestra generación, sin embargo, no me corresponde a mí realizarlo, más bien amarla y servirla, sé que más de un millón de jóvenes han vivido la JMJ recientemente en Lisboa y han sido testigos de la alegría de la fe. También experimento que hay muchos que no conocen a Dios y tienen hambre de plenitud, de felicidad y sé que solo Dios puede colmar esa hambre que anida en sus corazones. También he vivido de cerca la transformación que es capaz de realizar el Señor en la vida de tantas personas, el gozo, la alegría, la esperanza, la paz… que Él regala a quién le concede permiso para entrar en sus vidas.
El Papa Francisco en la Audiencia General del 14 de febrero de 2018 afirma comentando este pasaje: “«Todo es posible para quien cree», ha dicho el Señor. ¿Qué respondió ese hombre al cual el Señor se dirigió para decir esta palabra —todo es posible para quien cree—? Dijo: «Creo Señor. Ayuda mi poca fe». También nosotros podemos decir: «Señor, yo creo. Pero ayuda mi poca fe». Y la oración debemos hacerla con este espíritu de fe: «Creo Señor, ayuda mi poca fe». Las pretensiones de lógicas mundanas, sin embargo, no despegan hacia el Cielo, así como permanecen sin ser escuchadas las peticiones autorreferenciales.”
La fe es un inmenso don, un regalo,… que hay que pedir a Dios, que nos viene de lo Alto, que necesitamos valorarla, que hay que cuidar, que compromete la inteligencia, la voluntad, los sentimientos, los afectos, los deseos, las acciones…aunque es una gracia, requiere por parte del hombre su aceptación, acogida. Es un don de Dios que hay que pedir. Es una decisión que afecta a toda la existencia, es un acto de confianza y abandono en Cristo, y nos ayuda a vivir como Él vivió.
Hoy es sábado, donde se nos invita a poner nuestros ojos en Nuestra Madre del Cielo. María es el modelo de fe vivida. La que nos ayuda a fiarnos de Dios y con su vida nos invita a hacer lo que Él nos diga. A la obediencia del plan de Dios en nuestras vidas, nos asiste para pronunciar el HAGASE, nos auxilia para que se cumpla el plan de Dios en nuestras vidas. A Ella, a la Bienaventurada Virgen María nos encomendamos para que nos guíe en el seguimiento de su Hijo y en su escuela aprendamos a descansar, abandonarnos y fiarnos de Él.
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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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